Douglas Harding, nacido en Suffolk en 1909, autor de muchos libros, cada vez es más conocido como filósofo y práctico maestro espiritual. Su trabajo original, "La Jerarquía del Cielo y La Tierra” (Un Nuevo Diagrama del Hombre en el Universo), "The Hierarchy of Heaven and Earth (A New Diagram of Man in the Universe)", con prefacio de C.S. Lewis que escribió: 'Creo que este libro es el primer intento de invertir un movimiento de pensamiento que ha estado presente desde el principio de filosofía.' Y añade: 'Si resultase que este libro hubiera sido incluso el remoto antepasado de algún sistema que nos diera de nuevo un universo habitado por agentes y observadores verosímiles, aún así habrá sido un libro muy importante de verdad'.
Hacia 1942 (con 33 años) Harding había expuesto a grandes rasgos las capas de su identidad en el mundo: células a una distancia cercana, moléculas aún más cerca, un hombre a varios centímetros, más alejado humanidad, más allá un planeta etcétera. ¿Pero cómo era el centro y la fuente de este sistema de apariencias que se asemejaba a una cebolla? Seguramente no era como un hombre. Un día estaba leyendo un libro sobre filosofía y encontró un autorretrato hecho por el filósofo alemán Ernst Mach. No era un autorretrato convencional dibujado desde un espejo - una vista de uno mismo a varios centímetros de distancia. Era la visión que Mach tenía de él mismo a distancia cero, desde el punto de vista de la primera persona. El autorretrato mostraba las piernas de Mach apuntando hacia lo alto de la ilustración, más abajo estaban sus manos con el papel y el lápiz, debajo de esto estaba su pecho, y abajo a un lado del dibujo su nariz, extendiendose prácticamente desde el techo hasta el suelo. Este dibujo era la pista que despertó Harding a su identidad en el centro - por fin cayó en la cuenta (¡Y sigue cayendo, como el dice!) Al igual que Mach, cuando se fijó en la regiones más cercanas de su mundo él vió su cuerpo, y más allá la escena circundante. Pero lo que llamó la atención de Harding fue la ausencia de la cabeza de Mach en la ilustración o la propia cabeza de Harding cuando se miraba a sí mismo. Echando un vistazo más allá de su borrosa nariz no había nada - ninguna cabeza en el centro, ninguna cara, ninguna forma, ningún color, movimiento o fronteras, ninguna materialidad, ningún alma - nada en absoluto. Aún así esta Nada era evidentemente consciente - consciente de sí y consciente de lo que contenía: su cuerpo, sus pensamientos y sentimientos, su mundo.
Harding sabía que había tenido mucha suerte. Las semanas y los meses siguientes las pasó metido en una actividad febril anotando un diluvio de ideas y diagramas. Se levantaba a mitad de la noche, decidido a registrar todo lo que fluía a través de él. Esta simple percepción y visión directa en su identidad esencial, hizo que de pronto todo lo que había estado leyendo y pensado cobrase sentido. Pronto se dio cuenta de que si quería presentar esta nueva percepción al mundo de manera seria, necesitaría saber mucho más de ciencia, de historia, de psicología, de filosofía de literatura. Necesitaba autoeducarse. De regreso a Inglaterra, tras la guerra, se tomó un año libre de la arquitectura para estudiar, para reunir todas sus ideas juntas en un libro. Bueno, un año libre que se convirtieron en dos, en cinco ¡y en más! Trabajaba catorce horas al día sin vacaciones. Cuando por fin hubo terminado envió el manuscrito a C.S. Lewis. Lewis contestó con tonos extasiados: ' ¡Demonios! usted me ha embriagado hasta el extremo, como nunca lo había estado antes con un libro (con un libro de doctrina quiero decir; los trabajos imaginarios son otro asunto) desde que leí por primera vez a Bergson durante la Primera Guerra Mundial. ¿Quién o qué eres? ¿Cómo es que he vivido cuarenta años sin haber oído antes de tí? la sensación que tengo es que usted ha escrito un libro de la más alta genialidad. “La Jerarquía del Cielo y la Tierra” fue publicada por Faber&Faber en 1952. Aunque hasta ahora esta obra es poco conocida, personalmente pienso que puede llegar a colocarse entre uno de los mayores trabajos de filosofía del siglo XX. La versión publicada es sólo un resumen del manuscrito original, el cual consta de 800 enormes páginas con diagramas, citas y referencias en el margen de cada página. Es verdaderamente una obra maestra.
Pero Harding no se detuvo aquí. Unos años más tarde en su ya pequeño clásico "Vivir sin Cabeza" presenta de forma fácilmente leíble la experiencia y el significado de este descabezamiento o decapitación. Harding describe en este libro el momento en que descubrió quien era realmente. Cuenta que estaba caminando en los Himalayas. Si hablas con él dirá que sí, que él vió esto cuando estaba caminando allí fuera, y que disfrutaba de su naturaleza verdadera que estaba siendo llenada por esas majestuosas montañas, pero no era realmente la primera vez, ¡Excepto porque cada vez que uno ve en la naturaleza verdadera de uno es la primera vez! Era una forma popular de compartir su experiencia.
De esta manera Harding descubrió un universo muy diferente de nuestra versión de sentido común. Esta, influenciada por la descripción de Newton de los objetos actuando sobre objetos, tiene poco o ningún espacio para la conciencia o subjetividad. Es un cosmos sin centro y en gran parte muerto con puntos de conciencia aquí y allí (en realidad indetectables cuando se investiga.) Ahora Harding se encontraba a sí mismo observando el mundo tal y como realmente se presentaba - dispuesto y ordenado en capas, como una cebolla, y rodeado de conciencia. Haciéndonos eco del cosmos precientífico medieval de Dante con sus 'esferas', o el cosmos Isabelino con su 'cadena de ser', el universo científico que se revelaba a Harding estaba organizado jerárquicamente - cuanto más lejana estaba la capa del centro más alta era su posición. Mirando hacia el interior (falta de cabeza) vió su cuerpo emergiendo de su conciencia central. Mirando hacia fuera veía gente, casas, el resto de la escena humana. Mirando todavía más allá veía cuerpos planetarios, solares y galácticos. Y aunque la idea de un centro implica un punto, la inspección revela que esta conciencia central está en todas partes, inundando cada nivel del universo con vida.
Muchas implicaciones se pueden sacar de este despertar. Generalmente creeemos que nuestras mentes están en alguna parte en nuestras cabezas, separadas del mundo. Pero la inspección, al modo en que Harding aboga, revela que no hay ningún contenedor central. Nuestros pensamientos y sentimientos, parecen estar de esta manera sin contención, volando y revistiendo el universo. El universo les da positivamente la bienvenida. La mente de uno está de nuevo libre en el mundo, como cuando lo estaba en la niñez (pero ahora con la perspectiva de esta autoconciencia). Esto supone un alivio profundo, para el problema fundamental con nuestras mentes, que es simplemente el intento de embotellarlas en nuestro cuartel general imaginario, a saber, nuestras cabezas. Realmente pertenecen al mundo. Dejando que nuestras mentes vuelvan a casa (y tienen muchas ganas de ir) dejamos de pretender que estamos separados de nuestro mundo. Esto implica una profunda y amplia sanación.